2 de abril de 2014

2 de Abril


Ilustración de Liniers (@porliniers) sobre Malvinas

La imagen de arriba me hizo recordar.
Yo tenía 12 años.
Y una banderita de plástico.
En la Tele cortaban los programas con un escudito y una voz diciendo "COMUNICADO NÚMERO..."
Y en una hojita iba tachando avioncitos y barquitos dibujados, copiados de una tabla en revista GENTE.
Como el score de un videojuego.
La Guerra de Malvinas era un videojuego analógico.
Tod@s hablando y vociferando sin tener la menor idea de nada.
Recuerdo a mi vieja tejiendo pasamontañas en crochet para los soldados.
Recuerdo a mi viejo sacando a la medianoche su radio Tonomac para sintonizar Radio Colonia o la BBC, luego rezongando (en voz baja, y en casa) que todo era una locura y que los ingleses nos iban a reventar a tod@s.
Yo sentía que no sabía lo que pasaba realmente.
Luego me fui dando cuenta que l@s adult@s tampoco.



En 1988 hice mi única "rata" del Secundario para ir a una Exposición de la Fuerza Aérea sobre la Guerra de Malvinas.
18 años, y en el colectivo temblaba como si fuera a recibir un Castigo del Cielo. Hoy suena a inocente pelotudo, en ese entonces era lo normal.
Tenía las imágenes de Robotech en mi cabeza, y rodeado de fotos y maquetas de aviones, tanquetas y armas antiaéreas me babeaba.
El videojuego ilusorio en mi cabeza.
Y en una sala oigo a Pilotos Veteranos de Malvinas contar sus experiencias.
Cómo volaban rozando el agua para no ser detectados por los radares.
Cómo estaban con un ojo mirando hacia delante y el otro pendiente del nivel de combustible, para poder aterrizar en la base con la última gota.
Concentrados en no fallar: la misión debía hacerse en una sola pasada.
Y en maniobras sucidas se tiraban a tumba abierta sobre barcos que les tiraban hasta lo que no tenían.
A tal velocidad que las bombas que llevaban las tiraban a ojo.
Pasando sobre el objetivo rozando sus antenas.
O llevándoselas puestas.
Y muchas veces las bombas llegaban, pero las espoletas estaban reguladas para otro blindaje.
Atravesaban el aluminio de los barcos y detonaban al tocar el agua del otro lado.
Había pilotos de Estados Unidos y Francia y Rusia escuchando con la boca abierta.
Yo no respiraba.
Robotech, el juego en mi cabeza, se había ido al carajo.
Y un yanqui, creo, preguntó a los Vets cuánto cobraban.
No me acuerdo la respuesta, sí que el tipo se agarraba la cabeza como diciendo que estaban todos requetelocos, todo eso por la Bandera y nada más.
En unos cascajos desclasados vendidos a un país de cuarta.


Mas también estuvieron los soldados.
La mayoría conscriptos, chicos de 18 a 21 años haciendo el servicio militar, llevados como carne de cañón.
Recuerdo en el Colegio, como tarea, hacer una cartita al Soldado de Malvinas.
Y yo preguntándome qué carajo escribirle.
Ni me acuerdo qué terminé poniendo.
Y de la misma manera los recordó la sociedad.
Volvieron escondidos.
Héroes derrotados.
Héroes olvidados.
Los ocultaron con el Mundial 82.
Reemplazando una gesta futbolera por otra más acorde.
Reemplazando un videojuego por otro.
Hoy me preguntan por qué no veo Futbol por TV.

Leyendo "Los Chicos de la Guerra" de Daniel Kon, años después (aquí una muestra) tuve idea de lo que fué eso. Supongo. Porque del tema se sabe poco y nada.
Morirse de frío en la trinchera.
Cagado de hambre.
Estaqueado en pelotas ante el frío patagónico si al Suboficial se le cantaba.
Con fusiles que se trababan.
O no funcionaban.
Esperando a un enemigo que aparecía en forma de tiros de cañón, a un tiro por segundo.
Un tiro por segundo.
Imaginate explosiones así BUM, BUM, BUM, BUM. Y vos clavad@ ahí en una zanja cagad@ de frío y de miedo, rezando porque una metralla no te saque los ojos o una mano, o directamente te reviente hecho carne picada revoleada.
A los 18-19 años.
Sin contención de ningún tipo ni medida porque a golpes se hacen los hombres.
Y largado a la Vida después de eso, a la Buena de Dios.
Muchos volvieron enteros. Pero todos marcados.
Y nadie les dió bolilla. Me incluyo.
Los tapó la Caída del Muro de Berlín, la Hiperinflación, el Uno a Uno, la PC primero, Internet después, el 2001, la Dékada Ganada.
Todos motivos para mirar hacia otro lado.
Otros videojuegos.

Van treinta y dos años de silencio.
Hoy hablamos y tenemos asumidos en Argentina a los Desaparecidos, la marca de una Generación segada.
Aquí tenemos a la Generación siguiente, sacrificada en pañales a la Guerra.
Y todavía no vemos ni decimos ni hacemos NADA.
Mas hoy en mi TL de Twitter apareció el testimonio de Ariel Torres (@arieltorres).
Sencillo, como en voz baja. Un continental, alguien que no participó en Malvinas pero casi, esperando en Campo de Mayo una guerra que por suerte jamás le tocó.
Y aún así también la sintió.
Aún así también la vivió.
Leer sus tuits me hizo escribir este post.
Aunque en realidad, no tendrías que leerme a mí, sino a él.
Y a muchos más que estuvieron ahí, o relacionados.
Para saber.
Para sentir.
Para reflexionar.
Porque sin vernos en el Espejo que es Malvinas no nos terminaremos de ver.
Porque sin vernos a nosotr@s mism@s seguiremos donde estamos.
Porque creo que nos debemos un Futuro.
Mas no hay Futuro sin Malvinas.
Un Futuro con estos Héroes del Silencio.
Sin videojuego alguno.


2 comentarios:

  1. El mejor post del día de ayer, desde luego. Hermoso y valioso para mi, desde luego. Gracias!

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  2. Hermosa y triste entrada. Las guerras comienzo sonando a gloria y acaban sabiendo a sangre. Es una suerte saberlo solo por relatos. Es una desgracia que siempre acabemos olvidando las historias.

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